PAZ A VOSOTROS




 
"Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. / Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. / Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. / Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. / A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos" (San Juan 20:19-23).
"y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo" dice acerca del Creador, el libro de Génesis. Continúa: "Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó" Fiel a este texto, el pueblo hebreo dedica el sábado al Señor Jehová. Por tanto el primer día de la semana es el domingo. Dice el fragmento que hoy nos ocupa que, llegada la noche del primer día de la semana, estaban las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos se reunían por miedo de los judíos. Entonces apareció el Maestro en medio de la sala y les dijo: Shalom, "Paz a vosotros."
Shalom significa en hebreo: paz, integridad, calma, tranquilidad, un saludo, bienestar. Si buscamos en las fuentes de la tradición judía, sabremos que es uno de los apodos secundarios para Dios, ya que el principio de toda paz está en Él.
Al pronunciar estas palabras, Jesús estaba transmitiendo algo más que un saludo frecuente en su pueblo. Él estaba anunciando a los apóstoles su paz, esa que viene de parte de Dios. Ya consumado el sacrificio expiatorio de Jesucristo en la cruz, ellos -y nosotros por extensión- podían sentirse perdonados, en paz y reconciliados con el Padre. No hay mayor peso en la conciencia que la culpa por el pecado. Muchos dolores del alma, cargas psicológicas, problemas emocionales y hasta síntomas físicos, son producto de una conciencia no perdonada. El Médico Divino sabe de nuestra necesidad de perdón; por eso sus primeras palabras al encontrarse con sus discípulos, después de resucitado, fueron "Paz a vosotros".
Seguidamente el Maestro procedió a mostrar a sus amigos la evidencia de su sacrificio, las manos y el costado. No dice el evangelista si fueron los apóstoles quienes, por curiosidad, duda o compasión, pidieron ver sus cicatrices. Probablemente fue Jesús mismo quien decidió hacerlo, conociendo la naturaleza humana. ¿No actuaríamos nosotros de este modo si alguien regresara de la muerte? La curiosidad humana nos impulsaría a solicitar de inmediato: Muéstranos las heridas, si ya sanaste. Nuestra paz se basa en esas heridas, en ese cuerpo y esa voluntad del Hijo de Dios que fue humillado, lacerado, clavado en cruz y atravesado por nuestras culpas. Nuestra paz se basa en esas cicatrices que lleva el cuerpo glorificado que salió de la tumba al tercer día, pues desafió al diablo y venció a la muerte.
Otra razón que pudo mover al Señor Jesucristo a mostrar sus llagas pudo ser la identificación, como decir Soy yo, el mismo, vuestro Maestro. Esto se infiere de la reacción de ellos "Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor" Tanto así que Jesús les saluda nuevamente: "Paz a vosotros". ¿Significa esto que el aspecto físico de nuestro Señor cambió luego de resucitado? Es lo más probable; un cuerpo físico como el nuestro dista mucho de ser igual al de uno glorificado. El cuerpo de Jesús resucitado no es comparable al de Lázaro, que volvió a la vida natural. El cuerpo de carne y hueso, resucitado y glorificado, corresponde a la dimensión sobrenatural. San Pablo dice: "Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal y hay cuerpo espiritual" (1 Corintios 15:44). Este nuevo cuerpo está libre de contaminación, enfermedad y deterioro. "Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredará la incorrupción" (1 Corintios 15:50). Por lo tanto su apariencia era distinta, no identificable a simple vista. Usted y yo también seremos un día "transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos", gracias a la obra que hizo Jesucristo en la cruz.
Una tarea Él nos ha dejado. Tal como le envió el Padre, ahora Él nos envía para que muchas vidas sean liberadas de la culpa de sus pecados. Para ello nos capacita día a día por medio de su Palabra y el discipulado, y nos da el poder, la fuerza, la energía de Él, soplando en nosotros: "Recibid el Espíritu Santo". "Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante" (1 Corintios 15:45). Jesucristo en nosotros es el espíritu que nos vivifica e impulsa a anunciar el Evangelio del Shalom.
El trabajo que el Señor nos ha encomendado es algo muy serio. Lamentablemente aún hay hermanos en la fe que toman ésta como algo entretenido o de convivencia social, no dándole el nivel que tiene nuestra "profesión de fe". Por vuestra oración y trabajo evangelizador, a quienes se arrepintieren de sus pecados, les serán perdonados, mas a quienes no consintieren en ello, serán aún retenidos en su incredulidad y tinieblas. ¡Qué el Dios de Paz les guarde y bendiga, amados hermanos! ¡Qué Él os multiplique en virtudes, buenas obras e hijos espirituales!
"No hay paz (shalom), dijo mi Dios (Elokim), para los impíos!'' (Isaías 57:21) <°)))><

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