TENTACIÓN, RESISTENCIA Y SALIDA.


 
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13)

Pregunta: ¿Cómo enfrentaremos la tentación?

Lo que “sobreviene” es lo que sucede sin aviso, viene de pronto, sin que nadie lo espere o esté preparado. Las tentaciones son las insinuaciones a nuestra carne, ya sea física o espiritual, que hace el diablo para hacernos caer. Toda tentación es propia del ser humano. Dios no es tentado ni tienta a nadie. La tentación prueba y nadie es probado por lo espiritual sino por lo humano o carnal que tiene.
No es porque seamos tan espirituales que somos tentados, sino porque aún somos muy carnales. De modo que ¡no se extrañen! Sólo confíen en Dios que no permitirá que esas tentaciones sean mayores que vuestra resistencia espiritual.
Recuerdo que las planchas para aplanchar la ropa, tenían antiguamente una “resistencia”. Era una placa en su interior con una serie de alambritos.  Mi padre las cambiaba cuando el aparato ya no resistía el calor y se quemaba. La resistencia daba seguridad al usuario de que la plancha, pasado cierto nivel de calor, dejaría de funcionar.
Los seres humanos también tenemos un nivel de resistencia que el Señor conoce. Hay una resistencia física, una resistencia psicológica y también hay una resistencia espiritual. Personalmente no tengo la resistencia del atleta que, después de correr la maratón, queda “fresco como una lechuga”. Mi resistencia psicológica también la conozco, tiene sus límites. Viví una etapa muy dura en mi vida, en que no enloquecí pero sí caí en una profunda depresión con tendencia al aislamiento. En lo espiritual no todos pueden ser expuestos a hechos sobrenaturales o a grandes revelaciones, sin caer en desequilibrios. Le ha sucedido incluso, a grandes hombres de fe. ¡Líbrenos Dios de ir más allá de nuestra capacidad de resistencia!
El Señor es bueno y conoce nuestras capacidades y limitaciones. Por lo tanto no dejará que seamos probados más de lo que podamos resistir. Por eso siempre dará, juntamente con el problema, la salida. Sería conveniente que cuando estemos en dificultades, en esos momentos en que nos parece que  todo “el mundo se nos viene encima”, pusiéramos atención a las circunstancias y viéramos, además, cuál es la puerta que Dios nos ha dado.
Los cines de antes tenían al fondo o al frente una pequeña puerta con unas letras rojas en el dintel que decían “Escape”. Esa es la puerta que necesitamos descubrir cuando hay una dificultad, no para huir del problema sino para caminar hacia la luz de Dios, la “salida” que Él nos ofrece.
Como Cristo es la Puerta, también es la salida. No es un escape, sino una vía alternativa al mundo. Esa salida de que nos habla la Palabra de Dios, es una experiencia, idea o camino, que disminuye nuestra tensión, que nos hace más liviano el problema. Tal vez no quita la dificultad, pero la hace más llevadera.
La salida es siempre la oración, la lectura de la Palabra de Dios, el apoyo de un hermano mayor, la confianza en Dios. La salida puede ser una fortaleza de nuestro carácter que necesitamos descubrir; puede ser un enfoque distinto, cambiar el punto de vista o sencillamente aceptar el problema, adaptarnos a la nueva situación y dar gracias a Dios.

 

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