BUENOS CONSEJOS Y RAZONES DE SABIDURÍA
¡Cuántas veces deseamos acudir a un buen consejero! A pesar
de ser adultos, tenemos momentos en que nos sentimos débiles y añoramos
aquellos buenos consejeros de antaño, cuando éramos niños o jóvenes y podíamos
abrir nuestro corazón al abuelo, el amigo o el maestro y recibir un buen
consejo. Pero el tiempo y las experiencias vividas nos han ido alejando de la
gente y nos hemos atrincherado en nuestros temores y desconfianzas, no
permitiendo que otro nos abrace y ayude a encontrar la luz de la salida a esos
problemas que nos afligen.
Algunos pagan por ese consejo y acuden al psicólogo o al
psiquiatra, el terapeuta profesional que no les aconsejará sino que los acompañará
para que por sí mismos puedan encontrar una salida. Pero en verdad lo que necesitamos
es un padre, una mano amiga que nos comprenda, que no nos juzgue y nos contenga
en el dolor. ¿Dónde está esa persona comprensiva, aceptadora de las distintas
formas de ser y sentir del ser humano, aquel hombre o mujer dispuesto a donar
de su tiempo sólo para escuchar y luego emitir una sugerencia, dar una idea de
acción, entregar un buen consejo con sabiduría y respeto? Quizás el mejor lugar
donde hallar aquellas personas capacitadas para amar sea en la comunidad que
sigue a Jesús y es amiga del Maestro del amor, pues “amor” es la palabra
necesaria en ocasiones de necesidad cuando necesitamos apoyo. Quien ha
entregado su vida a la fe en Jesús y es un lector apasionado y coherente del
Libro Sagrado, atesorará los dichos sabios de Salomón, escritos “para entender
sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes, / Para recibir el consejo
de prudencia, Justicia, juicio y equidad” (Proverbios
1:2,3) y, por ende, será un buen consejero en medio de nuestros dolores y
pruebas.
Una vez escuché de labios de un buen pastor esta frase: “El
hombre es por naturaleza inseguro y Dios es Padre de seguridad”. Esta razón se
clavó en mi mente como un dardo de verdad, pues nada hay más cierto en nuestra
naturaleza, que somos íntimamente muy débiles, frágiles y necesitados del
soporte de un Ser Superior para poder enfrentar tantos desafíos de todo tipo
que trae la vida: emocionales, materiales, sociales, espirituales. Nos enfrentamos
a disyuntivas y decisiones, en ocasiones muy difíciles. ¡Cuánto requerimos en
esos momentos del consejo sabio y prudente para no fracasar! Dice el Libro
Sagrado: “Escucha el consejo, y recibe la corrección, Para que seas sabio en tu
vejez. / Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; más el consejo del
Señor permanecerá” (Proverbios 19:20,21)
¿Quieres vivir con sabiduría?
¿Deseas tener buenos consejeros que te conduzcan con seguridad por caminos de
luz? Busca a aquellos que a su vez han encontrado y seguido al Maestro que es
Padre de seguridad.
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