UNA NUEVA GENERACIÓN.


“Los de mi generación no se comportaban de esta forma” afirma un adulto mayor, en tono severo. “Es que tú eres de otra generación, viejo”, responde en forma displicente el muchacho. “Generación”, interesante palabra. ¿Pero qué significará en todas sus dimensiones? Veamos el Diccionario de la RAE. 
 
Generación.
(Del lat. generatĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de engendrar (procrear).
2. f. Acción y efecto de generar (producir). Generación de empleo.
3. f. Sucesión de descendientes en línea recta.
4. f. Conjunto de todos los vivientes coetáneos. Ejemplo: La generación presente, La generación futura.
5. f. Cada una de las fases de una técnica en evolución, en que se aportan avances e innovaciones respecto a la fase anterior. Ejemplo: Ordenadores de quinta generación.
6. f. Conjunto de personas que por haber nacido en fechas próximas y recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, se comportan de manera afín o comparable en algunos sentidos. Ejemplo: La generación juvenil, La generación de la guerra.
7. f. p. us. Casta, género o especie.
 
 Generación puede ser una acción. En este caso es un verbo: La lluvia sobre el desierto permitió la generación de todo tipo de plantas y hermosas flores, lo que solemos llamar desierto florido, en el norte de Chile. 

Otro verbo o acción es cuando se produce algo nuevo donde no lo había, como cuando decimos: Esperamos que el nuevo gobierno signifique la generación de mejores condiciones para los trabajadores. 

Pero si nos referimos a nuestros abuelos y antepasados, hablamos de la antigua generación. Nosotros somos la presente generación y nuestros hijos y nietos, la futura generación. Alguien nacido en los 60 dice: Yo pertenezco a la generación que llegó a la luna. Y el niño agrega: Y yo soy de la generación informática, puesto que él nació conociendo las computadoras. 

Esta palabra tan utilizada diariamente en verdad no es nueva. Es un término tan antiguo como la Biblia. Cuando la Escritura habla de una generación puede referirse a: 

1) El tiempo de alguien: Como lo decimos hoy día, la generación de mi padre o la de mi abuelo. “Porque pregunta ahora a las generaciones pasadas, Y disponte para inquirir a los padres de ellas” (Job 8:8)
 
2) Clase de personas: También puede referirse a una clase de personas, como en "generación torcida" (Deuteronomio 32:5) o "generación de los justos" (Salmo 14:5) “Ellos temblaron de espanto; Porque Dios está con la generación de los justos.” (Salmo 14:5)
 
3) Cantidad de tiempo: La palabra generación que aparece en arameo en el libro del profeta Daniel, se emplea para una generación que va de abuelo a nieto y cubre alrededor de setenta años: “¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.” (Daniel 4:3)  y “Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.” (Daniel 4:34)
 
4) Época: Suele aplicarse la palabra generación a la gente que vive en una determinada época, y, por extensión, a la época misma: “Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros” (San Mateo 11:16); “Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen.”  (San Lucas 1:50).
 
5) Genealogía: También es evidente que se la utiliza para designar a los integrantes de una genealogía (San Mateo 1:17) “De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.” (San Mateo 1:17)
Jesucristo tuvo duras palabras para las personas de su época; les llamó una generación perversa. Cuenta el Evangelio:  

“Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. / Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a esta generación. / La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar. / Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este lugar.” (San Lucas 11:29-32) 

Suele pensarse que los milagros y sanidades realizados por Jesús tenían el propósito de hacer creer a la gente en Él, pero en realidad eran sólo una manifestación de Su amor y poder divino. Nadie llega a la fe por convencimiento intelectual ni por ver señales. La generación malvada demanda una señal, pero el verla o experimentarla no la convencerá ni convertirá a Cristo, ya que la fe no es asunto de emociones ni de pensamientos lógicos, sino de convicciones que vienen del reconocimiento que somos pecadores.  

Jesús afirmó que a esa generación que demandaba señales de Él, para poder convencerse de que era el Hijo de Dios, no le sería dada ninguna señal más que la “señal de Jonás.” Éste había sido un profeta de hace ocho siglos antes, que fue enviado por Dios a predicar el juicio del Señor a la ciudad pecadora de Nínive. Jonás, como todos los judíos de su generación, sentía un profundo desagrado por la capital de Asiria y se rehusó a ir, huyendo lejos. Pero como nadie puede arrancar del Señor, éste fue alcanzado en un barco en medio de un mar tempestuoso, fue lanzado a las olas y tragado por un pez que, luego de tres días, lo vomitó en las playas frente a la ciudad de Nínive. Obligado a predicar el mensaje de Dios, los habitantes de Nínive escucharon su mensaje y testimonio, y se arrepintieron. El Señor les perdonó.  

Como Jonás permaneció dentro del pez tres días, Jesús habría de permanecer en el sepulcro y al tercer día resucitaría. La única señal que necesitamos para tener fe es creer que Jesucristo resucitó y hoy está vivo, a la diestra de Dios Padre, ejerciendo como Señor de toda la Humanidad. 

La generación de hoy no quiere creer en Dios porque sabe que a Él no le agrada su forma de vivir. A Dios no le agradan nuestros adulterios, desórdenes sexuales, vicios, egoísmos, ambiciones materiales, idolatrías, formas de entretención y, sobre todo, el orgullo y soberbia de no querer reconocer que hemos fallado, faltando a Sus mandamientos. Nos cubrimos y protegemos con nuestra forma de pensar, “mi filosofía de vida”, “mi religión”, y todo tipo de argumentos para dejar fuera a Jesucristo. Los habitantes de Nínive un día se levantarán, en el juicio a esta generación, y la condenarán, porque ellos sí se arrepintieron a la predicación de Jonás. Cuánto más hoy día, habiendo escuchado a Jesucristo y visto de mil formas, no deberíamos arrepentirnos y entregar la vida a Él. 

La reina de Saba, sabiendo de la gran sabiduría y riqueza material y cultural del rey Salomón, viajó desde Etiopía hasta Jerusalén para conocerlo y se encontró con Uno mayor que él, Aquél que  es la fuente de toda sabiduría y conocimiento. ¿No deberíamos hacer lo mismo hoy día nosotros y dejarlo todo por Jesucristo, para ser salvados de esta perversa generación?

 

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