LA DUALIDAD DEL SER
La
dualidad se da en muchos aspectos de la naturaleza, como por ejemplo la
división de día y noche, cada una representada e iluminada por un astro
diferente: el sol y la luna. Pero no necesitamos ir al espacio exterior para
percatarnos de esta presencia doble. Basta que miremos nuestro cuerpo y veremos
cómo imperan los pares en él. Así tenemos dos ojos, dos oídos, dos orificios
nasales, dos brazos y dos piernas con sus respectivas manos y pies; sin olvidar
los órganos reproductores con sus dos testículos o dos ovarios. En el interior de nosotros hay dos pulmones,
dos riñones y el cerebro tiene dos hemisferios. Otro tanto hacen los huesos de
las extremidades, los ilíacos, las costillas y los omóplatos.
Que
todos los nombrados sean dobles tiene una razón práctica; nada en la creación
es sin sentido o al azar. El par de ojos nos permite la visión estereoscópica o
tridimensional; tenemos una audición en estéreo, mejor que un equipo de radio,
gracias al par de oídos; sin dos brazos y dos manos no podríamos agarrar
bultos, tomar objetos y manipularlos con experticia; e imagine usted lo difícil
que sería caminar con una sola pierna y pie. A pesar de estas dificultades, las
personas en situación de discapacidad logran superarla con ingenio y decisión,
gracias al desarrollo humano de sus dos hemisferios cerebrales.
Sin
entrar en el campo esotérico ni en profundidades numerológicas, pensemos como
el dos se da en la humanidad desde sus inicios: el género masculino y el género
femenino, varón y hembra.
¿Podrán
en el campo espiritual darse también estas categorías? Al parecer sí, ya que
podemos creer o no creer, tener fe o incredulidad. En esa línea siempre nos
encontraremos con principios opuestos: amor-egoísmo, bondad-maldad,
comprensión-intolerancia, orgullo-humildad, etc. Así habrá luz espiritual u
oscuridad espiritual. Desde este punto de vista se opone al espíritu, la carne
y al bien, el mal.
Volviendo
al asunto del cuerpo humano, pienso en ese concepto que nos entrega la Biblia
sobre la Iglesia cuando nos dice: “y él [Cristo] es la cabeza del cuerpo que es
la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para
que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses
1:18) Aquí nuevamente encontramos
una dualidad: Cristo y la Iglesia; la Cabeza espiritual y el cuerpo místico.
¿Habrá
dualidades en el Cuerpo de Cristo como las hay en el cuerpo humano? Éste es
biológico, en cambio el Cuerpo Místico es sobrenatural. La dualidad sólo se
presentaría en la oposición entre ambos, es decir que así como tengo visión
natural también tengo visión espiritual; así como tengo olfato biológico
también lo tengo espiritual; y si puedo caminar con mis dos piernas también lo
puedo hacer espiritualmente. El Cuerpo de Cristo tiene todas las facultades
naturales, incluyendo la reproductiva, el respirar, el alimentarse, etc. pero
en un plano sobrenatural, no dependiendo de órganos biológicos sino de
facultades espirituales sobrenaturales del alma y el espíritu.
En
conclusión el ser humano es más que huesos, carne y músculos; es más que pura
materia. El hombre y la mujer son materia y espíritu, una dualidad que
encuentra su perfección y sentido en Cristo.
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