EL TESORO
¿Sobre qué base moral ha edificado usted su vida? Tal vez ha
luchado por adquirir un título profesional y, luego de largos años de estudio y
sacrificios, logró alcanzar esa ansiada meta. O bien su sueño ha sido comprar
su propia casa, de modo de brindar a su familia la tranquilidad de poseer un
bien raíz y no verse cada mes en la obligación de pagar un arriendo que con los
años sube de valor. Quizás ha perseguido aquel negocio o empresa que le brinde
la mejor renta y así poder acceder a hermoso vestuario, exquisitas comidas,
buenas relaciones sociales y el aprecio de muchas personas. Sí, usted ha edificado
su vida sobre una base de éxito, de logros externos, de satisfacciones que
proceden desde afuera, aunque haya invertido tiempo, esfuerzo y recursos
personales. ¿Sabe? Su vida ha sido edificada sobre el “tener” y no sobre el “ser”.
Necesitamos, para ser verdaderamente felices, basar la vida
sobre el “ser”. ¿Qué significa esto? Cada ser humano es en sí mismo valioso y
único. Venimos a este mundo con una carga de talentos y capacidades extraordinaria;
sólo requiere que la descubramos, valoremos y desarrollemos. En sí mismo el
hombre y la mujer son valiosos, no necesitan nada agregado. No son los títulos,
las posesiones, la casa, las ropas, el dinero o cualquier otra cosa que hacen
valioso al ser humano, sino él mismo porque es una criatura amada. Esta es la
verdadera autoestima: descubrir que somos seres creados y amados por el Creador
del Universo.
No está mal si usted ha adquirido un título profesional, si
tiene su propia casa, o si es un pequeño o gran empresario, pero eso no es lo
fundamental. Usted no es su título, su casa ni su empresa; tales cosas en
cualquier momento se pierden. Pero usted es una persona especial, única e
irrepetible, con dones y valores, un “ser” con un espíritu inmortal. La base de
nuestra vida no son las cosas que tenemos, las cuales se deterioran y mueren;
sino lo que hoy somos como seres eternos. Por eso el Maestro dice: “No os
hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde
ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla
ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (San Mateo 6:19-21)
Comentarios
Publicar un comentario