BUENOS CONSEJOS Y RAZONES DE SABIDURÍA
¡Cuántas veces deseamos acudir a un buen consejero! A pesar de ser adultos, tenemos momentos en que nos sentimos débiles y añoramos aquellos buenos consejeros de antaño, cuando éramos niños o jóvenes y podíamos abrir nuestro corazón al abuelo, el amigo o el maestro y recibir un buen consejo. Pero el tiempo y las experiencias vividas nos han ido alejando de la gente y nos hemos atrincherado en nuestros temores y desconfianzas, no permitiendo que otro nos abrace y ayude a encontrar la luz de la salida a esos problemas que nos afligen. Algunos pagan por ese consejo y acuden al psicólogo o al psiquiatra, el terapeuta profesional que no les aconsejará sino que los acompañará para que por sí mismos puedan encontrar una salida. Pero en verdad lo que necesitamos es un padre, una mano amiga que nos comprenda, que no nos juzgue y nos contenga en el dolor. ¿Dónde está esa persona comprensiva, aceptadora de las distintas formas de ser y sentir del ser humano, aquel hombre o mujer dispues